La Hegemonía del Lenguaje en Costa Rica: Chatas y Tierrosas

La objetivación del prójimo, sería el hundimiento de su ser-mirada.

Jean-Paul Sartre

El “chata” se despierta como cualquier otra persona, se baña e inicia la transformación: se pone su pantalón a media nalga y su camisa tres tallas más grande, coloca su gorra en un ángulo inusual. El chata se cuelga las cadenas de oro falso en el cuello, sale a la calle, con su perro gigante, se encuentra con sus amigos en la esquina. Los chatas asaltan a un par de personas, escuchan música asquerosa a todo volumen y sin audífonos en el bus y luego se reúnen en un ritual de apareamiento con ropa y reggaetón en la que participan nada más y nada menos que las tierrosas, pareja usual del chata. Estas llegan vestidas con ropa tallada, tacones altos y maquillaje en exceso. Suelen compartirse sexualmente entre chatas al mejor estilo swinger.

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Esta es la imagen que presentan las redes sociales –llámense foros, páginas, conversaciones de Facebook, clubes o sociedades con políticas de emancipación– y conversaciones personales acerca de lo que han llamado chatas y tierrosas. Suena como si el chata fuera una especie de animal cuyas definiciones son dadas a manera de documental. Pero ¿Qué es realmente el chata? Intentaré explicar desde una perspectiva de la comunicación y el lenguaje cómo se construye este espectro sobre el chata y la tierrosa, que a pesar de ser muy cercanos son bastante distintos.

Etimológicamente el chata no está bien definido, las opiniones acerca del origen del término varían según el espacio y la persona. La definición más común es que se dice que proviene del termino rata, y que, por mala pronunciación o por su transición a algo mas vulgar la r se transformó en una ch. Sin embargo, los mismos “chatas” han tomado otra definición, que es la adaptación de un anglicismo, pero a esto voy a referirme en otro punto. El término chata es equivalente al término flaite en Chile, este último tiene más tiempo de estar dentro del lenguaje chileno. En el caso de las tierrosas su nombre lo dice todo, tomando la tierra como representación de la suciedad y la impureza. El caso de las tierrosas es sin duda más directo en cuanto a su significado, apartándolas así de cualquier alternativa con su nombramiento.

En este caso las formas de identificar un chata, según los términos que proponen las personas en los medios antes mencionados, se basan en códigos, se puede decir que es un análisis semiótico que incluye elementos como la lingüística, paralingüística, las comunicaciones visuales y los códigos culturales.[1] El chata y la tierrosa no solo se definen por su lenguaje verbal o visual sino también en cuanto a los productos culturales que consumen. Una de las más importantes características en el momento de definir al chata es la música, ya que su modo de hablar, de vestir y de convivir es influenciado mayormente por la música que escuchan, el reggaetón. Sin embargo estas observaciones a priori ignoran el ámbito social y psicológico. Incluso llegando a conocer a la persona juzgada y encontrando en ella rasgos que lo califiquen como chata según el criterio de las multitudes, se desconoce el trasfondo y por esta misma razón es un nombramiento inválido, que se da simplemente por una razón de poder.

El nombramiento de la realidad es una parte esencial del lenguaje, ya que tomamos aspectos de la realidad referencial y les atribuimos un nombre, el nombrar carga los elementos de poder simbólico, estos nombramientos son esenciales ya que dan paso a la subjetividad. La subjetividad toma la realidad objetiva y le inserta otros valores que son los que le agregan sentido y los internalizan. Le insertan valores, moral, sensibilidad y demás aspectos de la subjetividad. Es entonces la subjetividad la que nos ayuda a definir más complejamente la vida cotidiana. Dentro de la objetividad se crean narrativas que afectan todo este fenómeno, por esto es importante lo que se habla de los chatas y como se habla de los chatas para entender el fenómeno. (Berger y Luckman, 2001).

Tatiana Bubnova (2006) en su ensayo sobre Bajtín menciona cómo todo enunciado afecta directamente a un sujeto, por tanto es el nombramiento –sea directa o indirectamente– del chata el que le da reconocimiento y el que le brinda poder simbólico a quien lo enuncia. El chata se ve ubicado en un grupo inferior de quien lo nombra de esta manera. Y no solo se ve afectado por el lenguaje oral y escrito, el cruzar una calle por ver a alguien con ciertas características también lo subvalora y le quita poder en el marco simbólico.

Este tipo de personas como muchos grupos urbanos se caracteriza por tener una jerga que muchos llaman vulgar, las palabras utilizadas, tanto las modificaciones del mismo lenguaje como los anglicismos caracterizan este grupo de personas. En la búsqueda de la estandarización del lenguaje este tipo de jergas se toman como incorrectas, esto nuevamente le brinda poder a quienes si utilizan un lenguaje “correcto” y ve al que usa estas jergas como vulgar e inculto. Incluso si se puede hacer una comparación similar a la que hace Bourdieu con respecto al dominio de la lengua podríamos decir que la jerga del chata es comparable en cuanto a su subvaloración con el patois que era para la burguesía francesa “lenguaje bajo y grosero, como el del pueblo llano” (Bourdieu, 1985).

Stuart Hall comenta como la ideología se construye, explica que la ideología se forma desde el momento en que fenómenos sociales y personales pasan a ser o se asumen como naturales. La ideología puede ser construida con un enfoque hacia el poder, es entonces cuando se convierte en una hegemonía. La clase dominante, en este caso las personas “cultas” o al menos “no-vulgares”, implantan en la sociedad un pensamiento que afecta a las ideologías individuales que llegan a formar parte del colectivo (Hall, 1981). La manera en la que vemos o concebimos al chata en Costa Rica es sin duda alguna un producto de la hegemonía. No necesariamente una persona que vista de cierta manera o escuche cierta música debe comportarse de alguna manera específica, sin embargo estamos acostumbrados a creer que si es posible, porque se vuelve natural a nivel general.

Estamos definidos por los productos culturales, el internet es quizá el que impera sobre todos los medios hoy en día. Las redes sociales han formado casi sistemáticamente una cultura anti-sistema, que termina respondiendo a la función de las clases dominantes de mantener a este tipo de personas aisladas. Las clases “cultas” tienen un mayor acceso a este tipo de medios por lo que la mayoría es sometida a un bombardeo de información que contribuye a formar el concepto de chata en su sentido negativo.  Theodor Adorno y Horkheimer (1981) explican como quien controla los medios tiene facilidad de manipulación sobre sus consumidores y como los productos culturales afectan directamente a ese público. También se refiere a como incluso los productos de vanguardia o contra el sistema responden a un interés de las clases dominantes.

El nombramiento del chata y su inserción dentro de una óptica peyorativa es una cuestión de poder, la necesidad de tener un enemigo que sea inferior, que nos de superioridad no solo en cuanto a posición social sino también en cuanto a lenguaje visual y cultural. La tierrosa por su parte es un caso menos complejo para su estudio, ya que no es un efecto cultural o social, es un ataque en el que el poder no es impuesto progresivamente sino que es una imposición directa. Dentro de el micro mundo de las redes sociales y en las relaciones interpersonales las personas han encontrado razones para estar sobre el que llaman chata, esta calificación solamente está hecha en función de esa necesidad de poder.

La perspectiva de este fenómeno ha ido cambiando, ya que el chata se empieza a reconocer como chata. Reclaman  que el origen del término no es de una palabra despectiva como rata sino que proviene del término shotta, que es de origen jamaiquino y que se refiere a una persona ruda, un gangsterurbano, lo cual sea real o falso tiene bastante sentido.  El chata se ha endurecido y se atribuye a si mismo esta imagen para no ser devaluado. Este proceso de auto-reconocimiento es parte de lo que habla Bubnova cuando se refiere al yo para mi, es cómo se reconoce el ser a si mismo y esto a su vez cambia la significación del yo para el otro y el otro para mi. El significar para alguien, el como me reconocen, como reconozco a los otros y como me reconozco a mi mismo (Bubnova, 2009). Este cambio del fenómeno a pesar de no solucionar los problemas que se encuentran dentro de las enunciaciones con respecto al chata por lo menos abre campo para una relación, una escucha y una convivencia que antes no era posible y por tanto es parte esencial en el reconocimiento del llamado chata y en el proceso de romper con la construcción negativa del término. A la tierrosa, por su parte le falta mucho camino aún, sin embargo al ser un término más complejo sobre el cual tratar, es muy difícil que las tierrosas se lleguen a definir a sí mismas como tierrosas. Por lo tanto la marginación y limitación de estas personas no esta dada por sus condiciones sociales y culturales ni del lenguaje –llamese lingüística, comunicación visual o cultural–, sino que son un producto de las enunciaciones y de la búsqueda del empoderamiento por medio del lenguaje.


[1] Véase Eco, U. (1968) La Estructura Ausente. Barcelona: Lumen 16-27

Bibliografía

Adorno, T.W. & Horkheimer, M. (1981) “La industria de la cultura: ilustración como engaño de masas” en Curran, J, Guverich, M & Woollacott (eds.) Sociedad y Comunicación de Masas. México: Fondo de Cultura Económica.

Berger, P. & Luckmann, T. (1964) La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.

Bourdieu, P. (1985) ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos. Madrid: Akal

Bubnova, T. (2006) “Voz, sentido y diálogo en Bajtín” en Acta Poética, 27 (1) Primavera.

Hall, S. ([1977] 1981) “La cultura, los medios de comunicación y el ’efecto ideológico’” en Curran, J, Guverich, M & Woollacott (eds.) Sociedad y Comunicación de Masas. México: Fondo de Cultura Económica.

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Aprendió a redactar y hacer videos en un basurero. Acostumbrese a la mierda y el mal olor.
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1 Response to La Hegemonía del Lenguaje en Costa Rica: Chatas y Tierrosas

  1. Philippo says:

    Excelente artículo. La gran mayoría de datos que encontré acerca de esta “tribu” eran pubertos ofendidos. Ésto debería salir en un periódico.

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